Es que la primera irregularidad fáctica es la firma del titular de Catastro a favor de su propio hijo, el ingeniero agrimensor Sebastián Herrera de un plano de mensura para información posesoria que adolece de graves anomalías.

Contraviniendo toda norma ética y legal, el padre le firma a su hijo un plano de mensura que, por ejemplo, borra las calles municipales, las que son imprescriptibles y ya expropiadas por la municipalidad para ese fin.

Además, el plano obvia las bocas de tormenta, ríos, cercos, linderos y lo peor, se superpone con dueños legítimos de títulos perfectos -que no fueron citados para el inicio del plano como es norma legal- quienes ya han interpuesto sus demandas ante el Colegio de Agrimensores.

No termina nada bien el asunto para el clan Herrera. Se sirvieron de indigentes -aunque igual les caben las generales de la ley- que prestaron sus nombres para “asociarse” en esta práctica que no deja bien parado al colectivo de ingenieros agrimensores, y de algunos abogados que, a la vez de letrados patrocinantes son también cómplices (ya se dilucidará esto con lujo de detalles) como, por ejemplo, uno de ellos y con sus propias manos, cercaba una propiedad privada “tomada” por la mensura de Sebastián Herrera.

El tema reviste de una gravedad absoluta pues además del accionar de los Herrera, está la de sus cómplices violentos que intentaron matar a uno de los propietarios, más la rotura de una camioneta, más la destrucción de cercos, más amenazas de muerte. Todo esto con denuncias de todo tipo.

Tantas cuestiones que subyacen en esta Rioja…

¿Por qué el silencio del Colegio de Agrimensores?

Llama poderosamente la atención el silencio del Colegio de Agrimensores, otrora una señera institución, que después de varias denuncias contra el profesional Sebastián Herrera, no se haya pronunciado.

¿Qué sucede? Una cosa es más grave que la otra pues ahora son varios los damnificados que se ven doblemente ultrajados.

Este silencio de la entidad con tintes ominosos puede delatar dos temas: o miran para otro lado con espíritu de cuerpo para no sancionar a un colega, o tienen algunos profesionales similares prácticas que involucran y agravian salvajemente a decenas de personas que ven como es avasallada la propiedad privada.

Seguramente esta saga va a continuar, pero hay algo seguro: ya el periodismo nacional se está interesando en analizar este tema.

Una verdadera pena que La Rioja sea noticia por estas cuestiones.