Se realizó el acto de entrega de los Premios Enrique Angelelli, en el patio de Casa de La Rioja que lleva el nombre del obispo mártir.
Las emociones inundaron el ambiente de un clima profundo de tinkunaco fraterno y los discursos coincidieron en defender la democracia y la memoria previo a las elecciones del domingo 19 de noviembre.
La organización estuvo a cargo de la Secretaría de DDHH de La Rioja, el Centro Nueva Tierra, la Casa de La Rioja en Buenos Aires, con su directora Fabiana Oviedo. Junto a los y las premiadas, acompañó una nutrida concurrencia que colmó las instalaciones. También participaron los legisladores nacionales de La Rioja, Sergio Casas, Beba Aguirre de Soria, Gabriela Pedrali, Ricardo Herrera y Ricardo Guerra, además la Secretaría de Comunicación y Planificación, Luz Santángelo Carrizo, el Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Dr. Miguel Zárate, y la presidenta de la Convención Constituyente Provincial, Ada Maza. Néstor Borri, por el Centro Nueva Tierra y Delfor "Pocho" Brizuela, por la Provincia de La Rioja, encuadraron el sentido del acto y los premios: reconocer la semilla y la lucha de Angelelli, en personas y grupos que abrazaron y abrazan la misma causa de los Derechos Humanos, la Memoria, la Verdad, la Justicia, la No violencia y la Paz.
Todos remarcaron que estas banderas son fundamentales para sostener y profundizar el Nunca Más Dictadura y por siempre Democracia, en momentos, que un candidato a Presidente de la Nación y su espacio político, relativizan y niegan, las bases del pacto democrático que nos permitió recorrer estos últimos 40 años. “No vale ser neutrales, tenemos que defender la democracia y votar bien”, afirmó Pocho Brizuela en un efusivo discurso.
En ésta entrega especial de los premios Angelelli, Brizuela rememoró las palabras del mártir: “No puedo predicar la resignación” y lo parafrasea: “Hoy Angelelli diría: no puedo predicar la neutralidad”. Y agregó, “la neutralidad es tibieza, es refugio de los cobardes”
Los y las premiadas, expresaron el agradecimiento y el mensaje lleno de emoción y esperanza para estos tiempos dramáticos de decisión y definición de nuestro futuro como sociedad y como Patria.
Así lo expresaron las hermanas azules, las hermanas del Divino Maestro, la familia del referente de los DD HH y de una de las iniciadoras de las Madres de Plaza de Mayo, Fermin Mignone y Chela Mignone. La comunidad de la Santa Cruz, el Padre Paco Olveira, el Vicario de la Solidaridad de la diócesis de Quilmes, el grupo de los 12 de la Santa Cruz, las hermanas de la Asunción, Lola Llorente, Victoria Montenegro, Rubén Dri.
Uno de los premiados más destacados de la jornada fue Adolfo Pérez Esquivel, gran defensor de los derechos humanos y del derecho de la libre autodeterminación de los pueblos, activista, profesor, escultor y pintor argentino, Premio Nobel de la Paz en 1980 por su lucha en favor de los Derechos Humanos y en defensa de la democracia por medio no violentos frente a las dictaduras que asolaban a América Latina.
“A ésta democracia hay que fortalecerla y transformarla de una delegativa a una participativa, donde el pueblo tenga herramientas constitucionales y jurídicas para poner límites a los abusos de poder”, aseguró Pérez Esquivel.
El cierre estuvo a cargo de la queridísima y emblemática Abuela de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, con su acostumbrada calidez y claridad.
“Las Abuelas no tenemos rencor ni odio, tenemos fuerza para seguir buscando lo que falta. Aunque tengo 93 años, hoy me voy más reforzada por todo lo que dijeron los premiados y porque vino una nieta encontrada (Victoria Montenegro), me hace muy felíz”, expresó Carlotto.
De cara al balotaje, nos llamó a votar bien: “querían que volvamos al infierno, pero no lo van a conseguir. El pueblo argentino es muy inteligente, es gente buena y trabajadora”
El broche de oro fué la belleza artística y testimonial de León Gieco, que interpretó viejas y nuevas canciones con el acompañamiento y entusiasmo militante del público.
El acto culminó con el tan apreciado artista del pueblo argentino. León Gieco interpretó el famoso “Solo le pido a Dios…” y los presentes acompañaron cantando, aplaudiendo, con fuerza, con esperanza. Se respiraba aire de lucha, aire de Nunca Más.