El comisario Walter Ramón Pereyra (foto) no se anda con chiquitas. Sabe que sus galones le reportan grandes beneficios extras y que amedrentando personas logra sus cometidos, como el realizado el 12 de octubre pasado, de noche por supuesto, en un predio al que usurpó rompíendo sus candados, más los vandalismos y robos cometidos hace pocos días y en el mismo lugar, según reza en la denuncia original en su contra, más la ampliación y lo que se viene.
Se jacta de sus amistades en el fuero judicial; de su impunidad, el refugio donde cree que es un intocable; dice que jueces y fiscales son sus amigos, pero claro, no tiene en cuenta que la Justicia cuando llega, no solo lo toma con sus tentaculos, sino que también se debe responder por daños y perjuicios y el perjuicio que ello ocasiona a las arcas familiares con los abogados, honorarios y costas subsiguientes.
Pero cuando alguien cree que es impune y se cebó en sus tropelías, piensa que jamás le va a llegar su San Martín, como en este caso que se le está cerrando el círculo.
Todo ello en una provincia que desea salir de su estancamiento y terminar con estas “islas” de intocables y de impunes, amparados siempre, en este caso por la noche,y por oficiosos colegas que se dan la mano uno al otro y que pronto sacaremos a la luz de acuerdo con la denuncia que se sustancia en sede judicial.
Pero de acuerdo con las actuacioes obrantes, hay mucho, más que a cualquier ciudadano le pondría los pelos de punta y que ampliaremos en su momento.