Y una vez más, el fútbol le da al pueblo argentino esas alegrías que necesitaba. Y en La Rioja, la plaza 25 de Mayo fue el epicentro de los festejos por los cuales la Argentina pasó a la final de la Copa del Mundo del Fútbol Masculino, que se disputa en Qatar.

En esos festejos no hay distinción de clases sociales. Pueden estar aquellos que tienen muchos dólares en sus cuentas bancarias, o aquellos, que con lo justo llegan a fin de mes. Están aquellos que tienen las camisetas originales, o aquellos que la compararon en las “ferias”.

Todos confluyen en el mismo lugar público, todos envueltos en los mismos colores. Ahí estuvieron los que tienen ideologías distintas, pero que en esa plaza pública se abrazaron. Y en ese gesto. está la alegría que este pueblo necesita.

Y aquí no se trata de haber “caminado” un Mundial. Aquí se trata de la garra que tanto jugadores, como el pueblo argentino, le puso a este momento deportivo.

Atrás quedaron todos los presagios funestos, todas las “mufas” que alguien pudo haber tenido. Todo quedó en el olvido y mientras el pueblo festejó este triunfo, los jugadores argentinos se reconforan para el partido vital.

Mientras, a miles de kilómetros de Qatar, los riojanos, frente a la Catedral y Casa de Gobierno, desplegaron la bandera celeste y blanca, por la cual, toda la sociedad se envuelve, en un momento tan emocionante, como emotivo.

Después del domingo, seguramente, habrá momentos para parar la pelota y ver lo que nos pasa como sociedad y como país. Después de ese momento. Mientras, el pueblo necesita esa alegría, esa unión, que lejos está de las grietas y preocupaciones.

El fútbol mostró, una vez más. que está lejos de las diferencias que como sociedad nos divide y que un puño apretado, vale más que los dos dedos en V, que los tres dedos o que una izquierda apretada. El mundo y pasión del balompié desplegó todo su color y que los argentinos se hermanaron en una bandera: la Argentina.