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Jueves 28 de Marzo del 2024

03-09-2020

INFOBAE

El detrás de escena del golpe de timón que analiza Messi: por qué evalúa quedarse un año más en Barcelona

ESPAÑA.- Leo se permite repensar su decisión de irse, por lo menos discutirse a sí mismo

Messi no sólo es capaz de frenar de 100 a 0 en la cancha. Y ahí volver a acelerar. Puede hacerlo con sus decisiones, con sus humores. Mientras los diarios de España se imprimían con una primera reunión entre Jorge Messi y Bartomeu con dos posturas inflexibles, en la tarde de la Argentina más de una voz en off abrió un resquicio para no sentenciar el futuro del mejor jugador del mundo. Todo puede pasar. Aunque por primera vez en estos ochos días convulsionados, Leo se permite repensar su decisión de irse. Por lo menos discutirse a sí mismo.

Ya seguramente lo sabe también su familia, que había aceptado hacer las valijas para cambiar los días soleados de Barcelona por las tardes grises de Manchester. Lo van a apoyar y seguir en la postura que elija. Pero todos tomarán con felicidad si no hay mudanza. “Ojalá se quede porque es su club”, subió la apuesta alguien que sonríe cuando ve feliz a Messi. De hecho, independientemente de que la decisión del burofax fue suya, en su círculo íntimo se cuenta que “Leo está mal, destrozado” por irse del lugar donde casi siempre imaginó su final de fiesta. Por ahora es una pregunta sin respuesta: ¿Y si se queda un año más en el Barça? Ese puede ser un punto central. Un año más, hasta fines de junio de 2021 en realidad. Cuando vence su contrato y vence el presidente...

Nada está definido. Hoy es lo único seguro tras un día de muchas reuniones. Debe haber descansado bien Messi padre en el avión privado que lo llevó desde Rosario al aeropuerto El Prat. Raro en él -casi siempre mudo delante de los micrófonos- cuando llegó respondió con palabras cortas pero contundentes. Arrancó el “es difícil que Leo siga en Barcelona” si se completa la frase con la pregunta de los periodistas. Lo repitió cuando se bajó de un taxi -después de reunirse más de cinco horas con los abogados en la Fundación Messi- y se encontró con otra cámara de TV. La lectura de sus palabras podían delatar que el 10 estaba afuera. No había necesidad de decir “difícil” a menos que fuera estratégico. La otra mirada, optimista a los ojos de los hinchas, era que no había usado “imposible”.

El miércoles movido siguió. Almorzó con Rodrigo, su hijo mayor, quien hace años está radicado en la ciudad y después se camufló para ir a la reunión. A Jorge Messi lo siguieron en vivo como si fuera Leo Messi. En el cara a cara con el presidente cada uno mantuvo su postura. Uno habló de renovar, el otro de la cláusula de salida. Con el correr de las horas no pareció casual que se desmienta una frase que se le atribuyó a Jorge: “No es cierto que haya dicho mi hijo se va de acá”. Cuentan que no hubo tono tajante en el encuentro sin fotos.

Se filtró parte de la reunión de casi dos horas. Se habló de los términos legales del caso. El Barcelona le planteó el tema dinero y la duración del contrato. No quisieron profundizar sobre su posible salida. “¿Qué quiere Leo para quedarse?”, fue una de las preguntas de la dirigencia. Porque las dos partes definieron la reunión como una buena charla. El combo se completó cuando Bartomeu avisó que quiere armar un equipo competitivo, con Messi adentro y que para ese objetivo contrató a Koeman. Eso es bueno y malo a la vez. En el fútbol hay convivencias imposibles que se resuelven en un apretón de manos. Tevez anduvo a los tiros con el Consejo de Fútbol de Boca y después renovó en una sola charla con Riquelme.

Aunque hay que ver cómo sería la relación DT-capitán después de un primer encuentro donde el holandés no lo sedujo y cuando echó a su amigo Suárez por teléfono. Messi nunca ha impuesto a un compañero. El Kun Agüero es su mejor amigo en la Selección y fue más suplente que titular. El problema fueron las formas porque Koeman confundió autoridad con falta de respeto. De todos modos, el eje del cambio de pensamiento es que Messi no quiere salir mal. Desde el minuto cero le pidió a su gente irse bien. Si eso no se puede... Si hay que recurrir a la Justicia, si hay que pedir una habilitación provisoria, tal vez prefiera esperar.

El último año de contrato -llegado el caso de seguir- lo habilitará a Messi a negociar a partir de diciembre de este año y hacerlo como libre. Que nadie hable de los 700 millones de euros de la cláusula. Tal vez pueda ser una forma de evitar conflicto hoy o asumir que no puede salir gratis con el sólo hecho de releer el contrato. Aun cuando hoy habría una reunión y se siga hablando de los términos legales y más allá de contradicciones evidentes. Porque ya tenía decidido irse. Si había alguna duda no habría mandado el burofax y no le hubiera planteado a su familia que era momento de salir de la zona de confort y privilegiar el último desafío de su carrera.

Junto al Mundial de Qatar -que le caerá con 35 años- Leo quiere intentar ganar la Champions otra vez. Es más fuerte contar cinco años perdiendo que cuatro Copas ganadas. Desde ahí el vaivén de la decisión y la poca confianza que le tiene a Bartomeu. Puede pasar que baje un poco de revoluciones; no que pierda la memoria. Sabe no sólo que le prometió a Neymar y nunca lo contrató. Muchos menos olvida que el dirigente que alguna vez declaró que se había ganado la chance de irse gratis, hace un tiempo craneó una campaña de difamación para su equipo y ex dirigentes. Salir en un posteo con un presidente no significa confiar en él, ni que sea fácil seguir así. La copa de cristal se rompió.

“¿Saben lo que es vivir hoy dentro de la casa de Messi? No tienen idea muchos que hablan. No saben cómo es cuando vos llegás con la noticia a tu casa. Los chicos escuchan. Pero cuando el papá llega y les dice ‘me parece que nos tenemos que ir’ no saben el drama que tienen en la familia. Me tocó varias veces”, abrió la intimidad del futbolista el Cabezón Ruggeri. Tal vez ahí pueda aparecer otro punto de quiebre. Aun cuando se pueda pensar -con criterio- que es algo que se evalúa de arranque y hay que asumir al tomar una decisión. Tan cierto que les pasa a los jugadores en casi toda su carrera como que nunca le sucedió a Messi.

De todos modos parece más profundo el hecho de repensar el próximo paso. Más que irse puede definir cómo irse del club del cual es el mejor de su historia. Ahora algunos críticos del silencio pueden entender más -dentro de este juego de ajedrez que cambia piezas en una semana- por qué aún nadie escuchó a Leo Messi. Ni una palabra. Ni un posteo. Ni un estado de WhatsApp enigmático. De hecho sigue en el grupo del plantel y nadie se anima a preguntarle en masa qué decisión tomará. Sea cual fuera, falta menos para la noticia. Esa decisión que sólo Messi sabe. Sea refuerzo del City o del Barcelona...

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