Expertos en salud pública determinaron que los tapabocas son una herramienta fundamental para reducir la propagación de la covid-19, pero que no todos son igualmente efectivos y algunos pueden ser incluso contraproducentes.
Según el estudio publicado en la revista estadounidense Science Advances , los barbijos N95 sin válvula -reservados en Estados Unidos para el personal hospitalario- son los más efectivos, mientras que los tapabocas caseros improvisados con los cuellos de polar no brindan protección alguna y aumentan la propagación del virus.
El estudio mide la cantidad de gotas de saliva que filtran los distintos tipos de tapabocas. Los N95 reducen la transmisión de gotas en un 99,9 por ciento de protección, seguidos de cerca por los barbijos quirúrgicos (99,5). Los barbijos de algodón con pliegues y los de propileno tienen una protección que va entre un 85 y 95 por ciento.
El estudio establece que los peores tapabocas son las bandanas y los cuellos de polar. Esta tela, señalan los investigadores, aumentó la cantidad de gotas expulsadas, posiblemente porque el material contribuyó a dispersar las gotas más grandes en muchas más pequeñas. Los pañuelos tienen un promedio de protección del 50 por ciento, mientras que el cuello de polar no filtran ninguna gota de los hablantes.
"La noción de que 'cualquier cosa es mejor que nada' probó no ser cierta", afirmó Eric Westman, uno de los coautores del estudio. El gobierno estadounidense desalentó la compra particular de barbijos médicos -debido a la escasez- y recomendó a la población la compra de barbijos de tela.
"Necesitamos aumentar la producción y distribución de mascarillas quirúrgicas", tuiteó Tom Frieden, exdirector de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) durante el gobierno del presidente Barack Obama, después de la publicación del estudio. Entre el 30% y el 40% de las personas infectadas pueden no mostrar síntomas, pero aun así transmiten el virus sin saberlo al toser, estornudar o simplemente hablar.
Los investigadores de la Universidad de Duke diseñaron el estudio para determinar cuántas gotas de saliva traspasan los barbijos cuando quien los usa tose, estornuda o habla. Para eso, le pidieron a distintas personas que entraran a una habitación y que dijeran "Manténganse saludable, gente" y "Cuídense" en dirección a un rayo láser usando un tapabocas. El láser permitía ver la cantidad de gotas expulsadas.