Hay enfermedades ocultas bajo el hielo de hace miles de años que están apareciendo nuevamente y genera temor en el mundo científico y médico. Es producto del cambio climático en todo el mundo.
Este hecho está derritiendo los suelos del permafrost -la capa de suelo permanentemente congelada en las regiones polares-, liberando virus y bacterias antiguos que han permanecido latentes y vuelven a la vida.
En agosto de 2016, en un remoto rincón de la tundra siberiana llamada Península de Yamal, en el Círculo Polar Ártico, un niño de 12 años murió y al menos veinte personas fueron hospitalizadas después de haber sido infectadas por ántrax.
La teoría, según publica el medio la BBC de Reino Unido, es que hace más de 75 años murió un reno infectado con la bacteria y su carcasa congelada quedó atrapada bajo una capa de permafrost.
Allí permaneció hasta una ola de calor en el verano de 2016, cuando se descongeló. "Esto liberó el ántrax infeccioso en el agua y el suelo cercanos, y luego en la cadena de suministro de alimentos. Más de 2.000 renos se infectaron, lo que condujo a un reducido número de casos en humanos", revela.
En Siberia se han encontrado "virus gigantes" -que pueden verse con un microscopio corriente- de enfermedades del siglo XVIII y XIX. La temperatura en el Círculo Polar Ártico está aumentando aproximadamente tres veces más rápido que en el resto del mundo. A medida que el hielo y el permafrost se derriten, pueden liberarse otros agentes infecciosos. "El permafrost es un muy buen conservante de microbios y virus, porque es frío, no contiene oxígeno y es oscuro", explica el biólogo evolutivo Jean-Michel Claverie de la Universidad de Aix-Marseille, en Francia.
Los científicos han descubierto fragmentos de ARN (ácido ribonucleico) del virus de la gripe española de 1918 en cadáveres enterrados en fosas comunes en la tundra de Alaska. La viruela y la peste bubónica también están probablemente enterradas en Siberia.
En un estudio de 2011, Boris Revich y Marina Podolnaya advirtieron: "Como consecuencia del derretimiento del permafrost, los vectores de infecciones mortales de los siglos XVIII y XIX pueden volver, especialmente cerca de los cementerios donde fueron enterradas las víctimas de estas infecciones".
En un estudio de 2014, un equipo liderado por Claverie revivió dos virus que habían quedado atrapados en el permafrost siberiano durante 30.000 años. Conocidos como Pithovirus sibericum y Mollivirus sibericum, ambos son "virus gigantes", porque a diferencia de la mayoría, son tan grandes que pueden ser vistos bajo un microscopio regular. Fueron descubiertos a unos 30 metros bajo tierra en la tundra costera.