Por Roberto Navarro.
La cuarentena tal como la conocimos se termina el 10 de mayo. Por razones económicas y sanitarias, el presidente Alberto Fernández decidió que a partir de esa fecha se pondrán en funcionamiento 500 fábricas que emplean a decenas de miles de trabajadores. La apertura incluirá a empresas de los sectores automotriz, autopartes, química, petroquímica, plásticos, metal mecánica, cemento, textil, indumentaria y calzado, entre otros. El listado lo armó el Ministerio de Desarrollo Productivo, a cargo de Matías Kulfas, priorizando las compañías de capital intensivo y las exportadoras.
También desde el 10 de mayo se viene una amplia apertura comercial. Salvo en la Ciudad de Buenos Aires, en el conurbano bonaerense, en Rosario y en la Ciudad de Córdoba, los comercios minoristas podrán abrir en todo el país, siempre con acuerdo de los gobernadores. No así los shoppings. En el mismo área también comenzarán a funcionar peluquerías y otros negocios de servicios.
Aún no está confirmado, pero se estudia la posibilidad de habilitar las obras de construcción privadas.
Así el gobierno sale a poner en funcionamiento buena parte del aparato productivo, a asegurarse una mejor performance exportadora y sostener el empleo en la medida de lo posible. En materia de ventas externas, se espera una cosecha agrícola récord, que, sumada a los saldos exportables de la agroindustria y las manufacturas, alcanzará niveles no tan lejanos a los habituales.
Respecto al empleo, al comienzo de la cuarentena estaba habilitado por excepciones el 43 por ciento de la plantilla nacional, hoy ya llega al 51 por ciento y a partir del 10 de mayo se apunta a poner a trabajar a más del 70 por ciento.
En este momento empresas y gobierno trabajan en los protocolos sanitarios que deberán cumplir para comenzar a producir. En la mayoría de los casos los trabajadores no viajarán en transporte público. Las empresas contratarán micros de larga distancia en los que los empleados deberán viajar sentados asiento de por medio. Otros viajarán en sus propios vehículos.
Para el caso de las obras de construcción privadas el Estado analiza la posibilidad de que se hagan arreglos con hoteles en los que el personal se quede durante los días de semana. En todos los casos las empresas deben comprometerse a tomarles la temperatura a los trabajadores diariamente.
Una alta fuente del Ministerio de Desarrollo Productivo señaló a El Destape que “en esta nueva etapa se puede comenzar a oxigenar la producción, las exportaciones y el empleo, cuidando y priorizando siempre la salud”. Y agregó: “La realidad es que en las empresas que están trabajando hoy no hubo contagios dentro de las fábricas; el único caso fue en un frigorífico en el que a la salida un trabajador convidó a otro de su cerveza y la tomó del pico. Hoy en las empresas los trabajadores ya trabajan a más de dos metros uno del otro”.
Axel Kicillof también avanza en una mayor apertura. “El objetivo es que, siguiendo protocolos y fiscalización de los intendentes, alrededor de 90 de los 135 municipios de la provincia estén funcionando con cada vez menos restricciones desde el 10 de mayo”, explicó una importante fuente del Ministerio de Producción bonaerense a El Destape. “La idea es ir recuperando gradualmente la actividad monitoreando la dinámica de los contagios y la respuesta del sistema sanitario”, agregó. La provincia avanza de acuerdo al “expreso” pedido de los intendentes.
“Nosotros habíamos calculado que hasta el último decreto del Presidente, según las excepciones vigentes, teníamos el 53 por ciento de la actividad económica de la provincia paralizada. Sólo el 47 por ciento estaba activa, aunque operando por debajo de su capacidad. Ahora vamos a avanzar hacia más actividad y más empleo”, completó el funcionario.
Salud y economía
Luego de una primera etapa en la que el gobierno aseguró que debía elegir la salud y que la “economía espere”, ahora sus funcionarios aseguran que “una apertura bien estudiada es funcional a ambos objetivos”.
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La infectóloga Carlota Russ, que forma parte del equipo de asesores de Alberto Fernández, señaló a este medio “la solución a la pandemia no es quedarnos adentro todo el tiempo; el virus no se va a ir solo, seguirá circulando aunque sea lentamente. Lo que tenemos que hacer, ahora que ya nos tomamos un mes para preparar el sistema de salud, es administrar el contagio hasta que más de la mitad de los argentinos se hayan contagiado y así inmunizado. A partir de ese punto al virus cada vez le costará más encontrar algún huésped en el que sobre vivir. Por eso ahora tenemos que comenzar a salir de a poco, cuidando a los ciudadanos de alto riesgo”.
El ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Gollan, señaló en la misma línea: “A este ritmo vamos a tardar 500 años en contagiarnos todos. Es hora de comenzar a subir la velocidad de transmisión, cuidando siempre que se mantenga bajo control”.
Uno de los ministros más fuertes del Gabinete nacional fue contundente: “Vamos a abrir la economía con rígidos protocolos sanitarios con el objetivo de que los argentinos vuelvan a trabajar y vamos a administrar el contagio con sumo cuidado”. El hombre político cerró con una definición drástica “La cuarentena para todos los sectores de riesgo hay que mantenerla. Que haya más contagios, pero no más fallecidos”.
La rebaja salarial
El apoyo del Gobierno a las empresas fue sustancial en términos de acceso al crédito, impositivo y hasta de pago directo de salarios. Pero las empresas, en general, aseguran que no pueden pagar los sueldos. Esta semana la CGT y la UIA firmaron un acuerdo de rebaja salarial del 25 por ciento por 60 días para quienes no estén asistiendo a sus empleos. Lo firmaron ante las autoridades del Ministerio de Trabajo. Con este convenio marco las rebajas que se pacten por sector serán homologadas con un trámite “express”.
Ni la central sindical ni el Ejecutivo pusieron reparos. No hubo ningún compromiso extra de parte de los empresarios. No se acordó que el saldo sea pagado en otro momento. No funcionó el riesgo empresario.
A partir de ese acuerdo surgen varias preguntas. Qué garantía tienen los trabajadores de que al terminar estos sesenta días las empresas no pidan sostener la rebaja y aun ampliarla al resto de la plantilla dada la pobre situación económica. La rebaja sienta un peligroso antecedente y se suma a la pérdida que sufrieron los trabajadores en la era macrista. Para colmo se da en un momento en que los precios de los alimentos suben fuerte.
Es cierto que muchas empresas tienen dificultades. Pero de ahí a cargar el peso sobre los trabajadores hay un paso muy grande que sorprende que el Ejecutivo haya dado. En todo caso era más justo que las empresas completaran el salario restante el año próximo o que el Estado se hiciera cargo. El acuerdo no tiene el apoyo de todo el movimiento obrero. Está claro que Hugo y Pablo Moyano, Hugo Yasky y otros dirigentes históricamente combativos no lo aceptan.
El cacerolazo de Clarín
En medio de la pandemia, el Gobierno pasa un momento político excepcional. La imagen positiva del presidente crece dentro y fuera del país por el éxito de su política sanitaria. En ese contexto, los medios, que son parte y mascarón de proa de poder económico nacional, salieron a mostrar los dientes, a marcarle la cancha al presidente. No vaya ser cosa que use el poder que acumuló para diseñar y avanzar en un país más justo.
En tres días Clarín y sus medios satélites armaron una operación de prensa con ribetes mágicos. Actuaron como una especie de ilusionista que convence a su público de que algo que no existe es real. Lo convencieron de que el Gobierno tiene el propósito de soltar miles de asesinos y violadores. La realidad es que el gobierno no tuvo influencia en las domiciliarias dictadas en los últimos días, que fueron decisiones judiciales y que están sucediendo en casi todo el mundo.
Pero lo importante es que los medios mostraron que no quieren el fin de la grieta, que no aceptan callados el impuesto a las grandes fortunas ni la independencia que muestra Alberto en su manejo sanitario y económico.
El gobierno debería tomar nota de la reacción. No siempre va a tener la alta consideración social que goza en el presente. En octubre de 2021, cuando llegue la elección de medio término, quizá la pandemia haya quedado atrás, las vidas perdidas y salvadas comiencen a perder peso en las decisiones de la población y la pobreza y el desempleo ineludiblemente altos resultado de la pandemia sean protagonistas de la contienda política. En esa instancia, una conducta similar a la de estos días de parte de Clarín será un obstáculo para un triunfo oficialista y por tanto para la solidez de la coalición.