Si faltaba algo era que aparecieran seis nuevos casos de coronavirus. Uno de los funcionarios que permanecía avanzada la tarde del viernes en la Casa Rosada ya se reía por la cantidad de variables que implica gobernar un país como Argentina en épocas de crisis. El presidente Alberto Fernández se quedó en Olivos donde no estaba claro si se había reunido o si sólo había conversado telefónicamente con el ministro de Economía Martín Guzmán para ultimar los detalles del decreto que determinará la deuda privada que se reperfilará, en un día que el riesgo país superó los 2.500 puntos y cayeron los bonos. Más temprano, en el encuentro del gabinete económico, Guzmán había adelantado que el monto a renegociar será un poco inferior a los 70 mil millones de dólares. Los bonistas, que conversaron con el ministro en el inicio de la semana, dejaron trascender por los medios su disconformidad con la propuesta, confirmando que la pulseada será muy dura. Respecto al campo, el Gobierno mantuvo la estrategia de no salir a confrontar y aseguraron ver al sector "fracturado", con mensajes públicos y privados de dirigentes en desacuerdo con el lockout de la semana que viene. Una expresión de eso fue la "libertad de acción" que resolvió la Federación Agraria para sus afiliados.