El consumidor 2019 es evolucionado, racional, con experiencias y aprendizajes en épocas de bolsillos flacos. Es capaz de aplicar el “manual anti-crisis” con resignación, pero con un mayor adaptación. Así definen los especialistas en consumo, que son consultados por las empresas, a los compradores argentinos en medio de la recesión y los altos niveles de inflación.
¿Qué estrategias anti-inflación se extendieron durante este año? Según un informe de la consultora Trendsity, las tendencias más marcadas a lo largo de 2019 fueron el aumento en la frecuencia en las compras, con menos stockeo y más compras día a día, especialmente en los sectores de nivel socioeconómico más bajos. En los sectores medios, en tanto, crecieron las compras en mayoristas, ferias y productos sueltos, para evitar intermediarios.
Los supermercados mayoristas, por ejemplo, resistieron mejor la caída en el volumen de venta que el resto de las cadenas de supermercados. “Podemos decir que mientras el consumo cayó entre 10% y 12% en promedio, el autoservicio mayorista mantuvo el nivel de ventas en unidades”, destacó Alberto Guida, titular de la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (Cadam).
“Sin embargo, adelantar compras o comprar en mayoristas es una estrategia reservada para las familias que tienen un excedente de pesos, que son un grupo muy chico”, advirtió Facundo Aragón, gerente Comercial en Nielsen Argentina. Algunas familias, por ejemplo, se previenen de la inflación comprando útiles escolares para el año que viene, pero es una estrategia solo de algunos sectores de clase media o alta.
También creció la búsqueda de cuotas, formas de pago que permitan ahorrar, beneficios y programas oficiales como Precios Cuidados. Y subieron las compras de segundas marcas o las marcas propias de los supermercados. La compra de bienes considerados recortables o prescindibles —como ropa, delivery o viajes— se puso “en pausa”.
“La tendencia que nos llamó la atención durante este año es la velocidad con la que el consumidor adoptó las opciones que se fueron presentando, ya sea descuento del IVA, productos de Precios Esenciales, cuotas o promociones. Un consumidor muy entrenado y atento. También tiene que ver mucho el uso de la tecnología para conocer las ofertas”, destacó Aragón.
Según la consultora Nielsen, en 2019, en el rubro bebidas, el consumo de primeras marcas cayó un 17%, mientra que en las segundas y propias, la caída fue menos pronunciada, con un 6% abajo. En alimentos, la baja fue de 19% para las primeras marcas y 3% para el resto.
La consultora también estimó que el consumidor visita en promedio más de seis canales diferentes en un mes: supermercados, verdulerías, carnicerías, panaderías y farmacias, en busca de mejores precios.
Los rubros de clase media que años atrás eran considerados como “intocables” -salud y educación privadas y conectividad- también comenzaron a sufrir retoques. O a negociarse su continuidad en un marco de incertidumbre. Algunos ejemplos son cambios de escuela (por ejemplo a colegios parroquiales), recorte de actividades extracurriculares, ferias de uniformes y útiles escolares usados, según enumeró Mariela Mociulsky, fundadora de Trendsity.
Tampoco se resigna del todo la conectividad, con servicios de Internet y celulares, que se convirtieron en clave para la inclusión social y la logística cotidiana. Por eso hay cambio de planes, pasaje a tarjetas prepagas y contratación de planes familiares como estrategias más frecuentes.
Aunque no hay cifras sobre la cantidad de personas que cambiaron de planes de prepagas, se estima que el pase de planes caros a más económicos representó una caída de los recursos del sistema privado de aproximadamente 10%, según datos de la Cámara de Entidades de la Medicina Privada de la Argentina (Cempra).
“Muchas personas que tienen prepaga pero derivan sus aportes de la Seguridad Social tienen que soportar el aumento de una proporción de su salario que destinan al pago de la cuota porque cubren un porcentaje menor”, explicó Ricardo Lilloy, presidente de Cempra.
La medición de Trendsity mostró al bolsillo de los argentinos “en larga agonía”, en un contexto económico apremiante, que marca el día a día del consumidor y que parece no dar respiro. Entre las principales preocupaciones, ocho de cada 10 argentinos admite que la inflación es la variable que más lo afecta, similar a octubre de 2018. Y 6 de cada 10 señalaron que su situación económica es peor que la que tenía hace 12 meses.
“Siempre que hay procesos inflacionarios, las familias que pueden intentan reducir o eliminar ciertos gastos e intentar incrementar los ingresos. No hay magia. El problema es cuando además de la inflación, los salarios no acompañan la suba de precios y se produce una caída muy fuerte en el poder de compra”, explicó el economista Mariano Otalora.
La caída del salario real para el 2019 se estima en 11,2 puntos porcentuales para los asalariados, según datos de Invenómica. “De todas formas la realidad es muy dispar según el tipo de relación laboral. Los empleados no registrados han verificado una caída real de su salario superior a los 20 puntos porcentuales. En tiempos recesivos la capacidad de ajuste del sector informal se resiente, y esta realidad se ve reflejada también en los indicadores de pobreza”, dijo Pablo Besmedrisnik, director de la consultora. El sector privado registrado y el sector público vienen ofreciendo una evolución similar.
“La perdida de poder adquisitivo fue muy fuerte este año. La compra de mayorista y las compras online se posicionaron mucho. Ahora tenés compras desde portales con entrega a domicilio. El cambio es que hoy podés comparar muy fácil desde el celular o la computadora. Pero la inflación corre siempre por delante, hay que tener una actitud muy ordenada con las finanzas; y si uno quiere ahorrar, debe hacer muchos esfuerzos buscando precios”, agregó.